Thursday, August 4, 2016

Poema La Calumnia

Poema La Calumnia

Lleva su vestido roto, su cuerpo mal cuidado. Con su botella en la mano, se da de vez en cuando un trago.
Se detiene en el camino, que tantos pasos ha dado. Mira sus zapatos viejos y vuelve a darse otro trago. 
Siente que alguien se acerca, escucha el trotar de un caballo. 
Siente un nudo en el pecho que la sigue lastimando. 
El jinete se le acerca, bajándose del caballo. Siente deseos de correr, él la toma por un brazo. 
¡Desdichada! ¡Vagabunda! ¿Todavía no te has largado? ¡No quiero volver a verte! Me has hecho un desgraciado. 
Ella lo mira con ira, con su rostro muy cansado. ¡Cómo duelen las calumnias! de aquel que tanto he amado. 
¡Suéltame! grita furiosa, en nada te he lastimado, jamás te engañé con otro, menos con un hombre casado. 
¡Lárgate! grita con ira, aquel hombre amargado. Soy el hazmerreír de la gente, ¡Cómo de mí te has burlado! 
¡Vete donde no te vea! ¡Coge tu rumbo a otro lado! Te odio de corazón, ¡Cómo me has desprestigiado! 
No quiero ya defenderme, ¡Mira aquel hombre amargado! Tengo mi conciencia limpia, sólo me han calumniado. 
¿Por qué esperaste aquel momento? le pregunta enfurecido. Soy el hombre más desgraciado, ahora que soy tu marido. 
¡Suéltame! grita ella herida, ¡Mátame si lo deseas! Ya no me importa la vida, ni tampoco que me creas. 
Él la suelta con mucha ira, y la mira con desprecio. ¡Eres una borracha, estás hecha un deshecho! 
¿Dónde quedó la mujer? ¿Dónde quedó aquella dama? Tanto que presumías, Ahora ya no eres nada. 
¡Vete! le grita ella, déjame de insultar. Sabes que te deseo bien, jamás te he deseado mal. 
Lo nuestro ya terminó, así que sigue tu camino. Yo no te obligué a nada, para que te casaras conmigo. 
La envidia enferma el alma, aquel hombre deseó el mal. Me calumnió falsamente, es la triste realidad. 
Ya lo pasado ha pasado. Creíste en su maldad. ¡Vete, déjame tranquila! No deseo verte jamás. 
Meses ando sin dormir, no concibo la traición. Me engañaste con mi amigo, eso no tiene perdón. 
¿Amigo? ¿Amigo de un desgraciado? lo mira enfurecida. ¡Cómo no te diste cuenta que te tenía tanta envidia! 
Todo lo planeó aquel día, para destruir lo nuestro. Para ti es el mejor amigo, y te parece perfecto. 
Se siente el trote de un caballo que se acerca hasta ellos. Bajándose, aquel hombre saluda quitándose el sombrero. 
¡Vaya qué sorpresa encontrarlos después de tanto tiempo!. Sonríe sarcástico, ¡qué gusto me da verlos! 
¡Lárgate, Rafael Ramírez! grita ella enfurecida. Terminaste con mis sueños, acabaste con mi vida. 
Aquel hombre mete su mano en su chamarra, saca un revólver y sonríe. Aquí se hará justicia, hoy les llegó su día. 
¿Qué te pasa, Rafael? Eres mi mejor amigo, guarda ese revólver, no te vuelvas asesino. 
¿Amigo, yo? ¿Amigo de Juan Anselmo? Eso siempre lo has creído. Pero me quitaste lo más amado, que en mi vida he querido. 
¿De qué hablas, insensato? Yo que tanto en ti confiaba. ¡Dime que son mentiras, las cosas que me contabas! 
¡Todas! Sonríe mirándolo mientras se acerca a ella. ¡Como la hiciste tuya, ahora prefiero verla muerta! 
Juan Anselmo está asombrado, mientras mira a su amada. La juzgó tan cruelmente haciéndola suya a la mala. 
Y no conforme con eso, a la calle la tiró, el mismo día de la boda sin ninguna compasión. 
Sus ojos se cubren de llanto mirando a su María, ¿Por qué creyó aquellos chismes que Rafael le decía. 
¡Perdóname, perdóname! Se acerca a ella arrepentido. Perdóname, mi vida, no tengo perdón, lo sé, pero te amo, María. 
La abraza entre sollozos. Ella lo mira muy seria. ¡Jamás te perdonaré! Volviste mi vida en miseria. 
¡Suéltame, por favor! Lo empuja con mucha ira. Creíste en las calumnias de este miserable, de esta rata. 
¡A los dos los voy a matar! grita Rafael Ramírez. Van derecho al infierno, de donde nunca saldrán.
¡Mátame a mi! grita Juan. Ella nada te ha hecho. Sólo porque no te ama, No es pecado, es su derecho. 
Rafael, furioso, con el arma en la mano, Apuntando hacia los dos, mira hacia ella temblando. ¡No sabes cómo te amo yo! 
Por eso aquí termina, el sufrimiento, el dolor, de una mujer que nunca me quiso, y siempre me despreció. 
De un hombre que fue mi amigo, hasta que de ti se enamoró. Pero hoy sin remordimientos los mataré a los dos. 
¡Mátame a mí si quieres! grita Juan, cubriendo el cuerpo de su amada. Tengo la culpa de todo, por no saber apreciarla. 
¡Quiero matarla a ella! Ahora es una cualquiera, vive del placer de los hombres, y se acuesta con cualquiera. 
María los mira a los dos mientras se toma un trago. Haz conmigo lo que quieras, pero que el tiro no sea en vano. 
Lástima me dan, Hombres, si así se les puede llamar. Que después de lo que han hecho, se traten de disculpar. 
Prefiero morir ahora, no me gusta esperar. ¡Anda, dispara, Rafael Ramírez, acábame de matar! 
¡No lo hagas! grita Juan. está embriagada por el licor. Déjala vivir su vida, termina conmigo, por favor. 
Rafael Ramírez mira a Juan y se ríe enloquecido. Voy a matarte primero, pues eres mi enemigo. 
Dispara sin más espera, y Juan cae al suelo tendido. Con una bala en el pecho, mira al que fue su amigo.
¡No la mates, Rafael! Le suplica lentamente. Acabamos con su vida, la abandonamos a su suerte. 
¡Te amo María, te amo! sale del pecho aquel grito. ¡Perdóname, por favor! Creí a Rafael un buen amigo. 
Los dos miran a Juan, cómo muere en el camino. Los ojos de Rafael miran a su mejor amigo. 
¡Maté a Juan, maté a Juan! siempre fue mi gran amigo. ¡No quiero vivir así! Me hice su enemigo. 
¡Te amo María, te amo! y aprieta bien el gatillo. Queda tendido en el suelo, muy cerca de su amigo. 
María toma la botella, bebe un trago y otro más. Siente un frío en su alma. Un dolor profundo que viene del más allá. 
Con la mirada vacía, mira a aquellos cuerpos inertes. Sólo se ama una vez, y ese amor es para siempre. 
Sigue el camino tranquila, siente la brisa ardiente. Lágrimas corren por su rostro, mientras se toma otro aguardiente. 

Compositora:           Laysel Loscar 


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